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ISSN 1989-4163

NUMERO 86 - OCTUBRE 2017

Discutir de Política

Joaquín Lloréns

Hay mucha gente a la que le interesa la política, y muy pocos a los que les interesa la POLÍTICA. Pero los medios dedican una enormidad de su tiempo a ella. Uno de los motivos, está claro, es lo barato de su producción. No se necesitan guionistas, preproducción, etc. Algo similar sucede con el deporte; especialmente con el fútbol. Una vez pagada la emisión del partido, el resto –repeticiones, discusiones, argumentaciones…– sale muy barato. Y en ambos casos se repiten las mismas noticias o argumentos ad infinitum aportando apenas nada en cada nueva ocasión. Y lo que acaban consiguiendo es que la gente se pase el día hablando de fútbol y política.

Lo más pasmoso del tema es que, a pesar de esa casi ilimitada difusión de deporte y política, se produce un efecto inverso al debido. Cuanto más se habla, la gente se va limitando más y más en sus ideas preconcebidas en vez de ampliar sus miras. En el deporte, el efecto no es tan preocupante. Apenas se llega a las manos en raras ocasiones, si exceptuamos a los ultras de cada equipo, que forman un pequeño grupúsculo. Pero en política el asunto es más serio, ya que siempre han sido los políticos los que han provocado las revueltas, las guerras y los genocidios.

Y ahora nos encontramos de frente con esta cruzada de los nazi-onalistas contra los constitucionales. No diré quién tiene la razón de fondo. Creo que es evidente, pero evitaré discutir J Los políticos deben estar encantados, pues cada vez la tensión es mayor en ambos bandos y eso, para los profesionales de la política es como para un cantante llenar un campo de fútbol o rugby hasta los topes y oír a la gente enfervorizada repetir las letras de sus canciones. Los políticos encuentran en las trompetas de guerra y en las masas enloquecidas el sumun de la ambrosía. Y en España caminamos directamente hacia un nuevo enfrentamiento entre hermanos. Se ve que ha pasado ya mucho tiempo desde la Guerra Civil y necesitamos sentir en nuestros labios la sangre de nuestros conciudadanos.

Y lo peor es que no tiene solución racional. Por mucho que unos argumentos sean aplastantemente más firmes en uno de los lados, todo lo dicho se ha enfangado con tantas mentiras y falacias que nadie da su brazo a torcer. Dios y el diablo, ciegos ante la Verdad, se creen poseedores de ella. Uno pensaría que, dados los eslóganes sobre la bonhomía de los ciudadanos, sobre lo políticamente correcto, debería ser fácil argumentar en una discusión y convencer a quien, de un modo objetivo, está equivocado. Mas no es así. En todas las décadas que llevo viviendo, jamás he visto una discusión sobre política que haya logrado que alguien cambie su manera de pensar. Ni siquiera es posible mover un ápice los puntos de salida. Si algo se consigue discutiendo de política con alguien que tenga ideas contrarias a las tuyas, es estropear amistades y originar violencia.

Y aquí nos están llevando las locuras mesiánicas de unos pocos. Al odio entre hermanos, al enconamiento cada vez más extremo de las posturas. Quiera Dios que las siete plagas de Egipto caigan sobre unos políticos que están logrando que la masa silenciosa despierte, que es lo que, en estos últimos días de septiembre, parece estar ocurriendo. Como la logren despertar del todo la sangre correrá como en el pasado, dando clara muestra de que no aprendemos nada de nuestra Historia o, mejor, que la olvidamos muy rápido.

Y un consejo. No discutáis de política. Es lo más inútil y frustrante que hay. La argumentación no vale para nada, ya que todas las partes los tienen. Y aunque es evidente que en dos argumentos contrarios uno es necesariamente falso, el cinismo y las mentiras sin vergüenza que usan los políticos al dar eco a sus ideas, logran que la masa crea ciertas las mentiras más flagrantes y evidentes.

¡Ojalá pudiéramos meter a los políticos en un circo y dejarlos sin agua ni comida hasta que llegaran de una vez a una solución consensuada! Ya veremos en qué queda esto del 1 de octubre. Lo que parece claro es que ambas partes, cada día que pasa, están más sedientos de sangre. ¿O será quizás puro teatro para enardecer a los ciudadanos que se despreocupan de la política? Supongo que a lo largo de octubre lo iremos viendo. No merece la pena discutirlo.

 


Discutir de política

 

 

 

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